Tras su entrevista a Juan Carlos Santiago, ahora le toca el turno a Pepe Villalba. Rita me ha enviado un cuestionario con destino al blog, que yo contesto con sumo gusto y no poco retraso, razón por la cual pido disculpas. Éste es su contenido:
—Pepe, el Cinematógrafo en el Exilio tiene dos actividades relacionadas pero diferentes. Una es la proyección de películas en la sala de cine y otra la filmación de cortometrajes. ¿Piensas que estas actividades podrían deslindarse, es decir, actuar cada una independientemente de la otra?
—El Taller de Cine nació como una actividad más del Cinematógrafo en el Exilio y a mi encantaría que siguiera siendo así. Pero ello depende de muchísimas variables. Más tarde o más temprano, cuando amaine la sinrazón política que nos mantiene alejados de las instituciones municipales, regresaremos a nuestro espacio natural en la Casa de la Cultura y me gustaría que el Taller pudiera convertirse en una Escuela Municipal de Cine. Pero eso es, por ahora, una quimera de la que, además, día a día nos vamos alejando. Crecemos mucho como grupo, hemos adquirido equipos caros con la aportación económica de los miembros del Taller y cada vez nos vamos pareciendo más a una especie de cooperativa cultural. No obstante, ocurra lo que ocurra, y aunque finalmente constituyamos un ente independiente, creo que la dependencia afectiva con el Cinematógrafo no se va a disolver jamás. Yo me encargué de movilizar al grupo de personas que puso en marcha hace ya veintitantos años el Cinematógrafo Municipal, del que ahora estamos “exiliados” en protesta por unos hechos de sobra conocidos, y también me ocupé de darle forma al Taller de Cine: por razones sentimentales, soy el primer interesado en que el vínculo no se pierda.
—¿Cómo definirías la actividad del Taller en su conjunto?
—Como el resultado ilusionante del trabajo de un grupo de amigos que aman el Cine y quieren, como técnicos y como actores, a) formar parte de esa magia desde dentro; b) proyectarla hacia los demás con entusiasmo; y c) divertirse en el empeño.
—Es evidente que tú eres un apasionado del cine. ¿Cómo nació en ti esta afición?
—Hay numeroso detonantes a lo largo de mi vida que se confabularon para conducirme a todo esto. De niño veía casi todos los días dos películas en el desaparecido cine Trino Cruz de la calle San Pedro. Humphrey Bogart, Errol Flynn, Olivia de Havilland o Alan Ladd eran en aquellos tiempos como de la familia. Después, el cine y yo nos hemos estado persiguiendo mutuamente, dándonos de bruces en muchas esquinas de nuestra existencia. Pero el salto capital probablemente se produce la mañana en que adquirí en la librería La Rosa un tratado en dos tomos sobre Cine Moderno escrito por Alfonso Sánchez. De ahí a aquellas míticas proyecciones del cine-club Avance en los Salesianos ya sólo hubo un paso. Y después vino todo lo demás. Como curiosidad te diré que, en mi adolescencia, ya estuvimos intentando filmar una película Aurelio Blanco y yo. Sorprende que, después de tantos años casi sin vernos, los dos hayamos coincidido de nuevo en el Taller. Como tú sabes, él es el responsable del guión de “Utnubu”, la película que próximamente estrenaremos y en la que prácticamente todos los integrantes del Taller hemos tenido ocasión de participar.
—Sé que, anteriormente, os unisteis a otro grupo de Gibraltar en esto de hacer cortos, y que luego os separasteis. Las separaciones llegan cuando algo no funciona como esperábamos. ¿Qué ocurrió –—si te apetece contarlo— y qué lección aprendiste de ello?
—Efectivamente, nuestra actividad fílmica empezó de manera conjunta con ellos. Fue una colaboración muy fecunda y muy grata para las dos partes hasta que se pusieron de manifiesto algunos aspectos que nos distanciaban. Básicamente, en nosotros prevalece el aspecto cultural y eso chocó con los criterios empresariales que a ellos les movían. Pronto empezó a advertirse que viajábamos en direcciones distintas. Sin embargo, las discrepancias se escenificaron por cuestiones casi anecdóticas, pero en las que intervenían las distintas idiosincrasias de una y otra parte. La ruptura fue muy áspera, a pesar de lo cual hoy podemos vernos y saludarnos como amigos. Yo lo pasé muy mal el día de esa ruptura, pero a mi lado estuvo en todo el proceso Manolo Chacón, y en los momentos posteriores al desencuentro definitivo él me hizo algunas reflexiones que me resultaron de una gran ayuda. Al poco rato de aquel doloroso punto y final, gracias a Manolo, yo ya estaba convencido de que eso era lo mejor que podía pasarnos. Y, al día de hoy, por distintas razones, me felicito una y mil veces de que aquello sucediera. El grupo se mantuvo unido, sobran las ganas de trabajar, compartimos unos valores éticos parecidos y tenemos la suerte de contar con un inmenso caudal de talento en nuestro cuadro humano. Esa es la lección positiva que tenemos al alcance de la mano y de la que debemos aprender porque está exenta de egoísmo, de desconfianza, de intereses soterrados y de presuntuosidad. Los malos momentos del pasado es mejor olvidarlos. Prefiero mirar en la dirección opuesta. Y, entre otras cosas, veo que hay gente muy joven entre nosotros. Por lo tanto, y como primera providencia, podemos suponer que tenemos un gran futuro por delante. Y eso no es poco.
—Cuando uno se dedica a esta actividad por pura afición se disfruta como un niño, ya te he visto en esa situación. Sin embargo, hay momentos de dificultad en los rodajes o cuando hace falta material y aparecen los problemas económicos. ¿Cómo haces para vencer las dificultades? ¿El grupo responde lo suficiente, o te sientes, en momentos concretos, en aprieto?
—Mis aprietos son los de todo el grupo porque formamos una gran familia. Nuestro funcionamiento es colegiado, las decisiones se adoptan de manera asamblearia y las dificultades de unos afectan a los demás. De ahí que todo el mundo se vuelque para resolver los problemas. Naturalmente, como en cualquier colectivo, hay gente con más capacidad de liderazgo que otra; y, por otra parte, el nivel de implicación de cada uno es muy diferente debido a razones laborales, personales, etc. Pero estamos consiguiendo que cada cual sea importante para los demás independientemente de sus condiciones particulares. Yo soy uno más en esa maquinaria y estoy muy satisfecho de que la sencillez impere en nuestras relaciones, sin que aparezcan esas ansias de protagonismo tan frecuentes en el mundillo del cine, y que tanto perjudican el trabajo colectivo en armonía. Sin necesidad de sentirse el ombligo del mundo, con la digna humildad de quienes sopesan sus posibilidades con realismo y están dispuestos a trabajar en un proyecto artístico común, creo que llegaremos a donde nos propongamos. Aprovecho esta oportunidad para pediros a todos que sigáis siendo como sois, porque con eso basta. El horizonte está claro: disfrutar haciendo lo que nos gusta y tender oportunidades a todos los que deseen sumarse desinteresadamente a nuestro proyecto. A qué objetivos nos conduzca esa actitud depende exclusivamente de nosotros.
3 comentarios:
Pepe, me ha encantado leer la entrevista, aunque algunas preguntas han quedado bastante bajas en calorías, de cómo inicialmente se hicieron, supongo que por razones de ética periodística.
Lástima que las dos con más pimienta hayan sido eliminadas, una por estar desfasada y la otra por anteponerse al asunto.
De todas maneras "waï".
Haber si Isabel se decide a escribir sobre las tardes de cine de toda una época o ella misma retoma la entrevista con más acierto y aplomo que "la muak"...que aún estoy con los residuos tóxico de cerca, pues dónde vivo, abundan las inmdustrías ilegales, que han envenenado parte de mi materia gris...
Sólo decir que para mi es un privilegio pertenecer a este magnifico equipo de personas que hacen posible estas pequeñas ilusiones cinematográficas.
Y que recuerdo aquellos momentos de incertidunbre en la cafetería del Círculo que logramos salvar. No podemos olvidar a una maravillosa persona que tienes muy cerca de ti Dori que tambien nos animaba,
Venga los dos sois maravillosos.
Adelante, lástima que no os pueda ayudar como deseo.
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