Los fotógrafos son a veces unas criaturas muy traviesas. Armados con una cámara ágil, incluso son capaces de rayar en la crueldad. A Geraldine Zambelli la sorprendió uno de ellos con la boca algo desplazada de su emplazamiento habitual. La expresividad de Inmaculada Rocha también quedó tallada en bits durante el rodaje de Octopuchi. Y un bostezo de Emilio Velasco, bajo las mirada reprobatoria de una paloma, tampoco pasó desapercibido para los ladrones de instantáneas. Finalmente, otro fotógrafo desaprensivo recogió las indicaciones de Pepe Villalba a uno de los actores más como un acto de locura que como un consejo interpretativo. Quede aquí constancia de estos hechos para que en adelante, cuando haya una cámara de fotos cerca, todos vigilemos la plasticidad de nuestros gestos para evitar experiencias desagradables. Así que ya podemos ir instalando en los rodajes sola y exclusivamente nuestra mejor sonrisa.
lunes, 18 de julio de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario